Poesía y cruce de tradiciones en la ciudad de Nueva York

Marta López Luaces

Escribir en español en Nueva York a principios del XXI es dialogar con múltiples lenguas y tradiciones simultáneamente. Residir en esta ciudad abrió notablemente mi horizonte de expectativas literarias. Por un lado, mi experiencia con la poesía americana me ha hecho concebir un diálogo literario con otra tradición; por otro, mi cercanía con los poetas latinoamericanos que residen en esta ciudad me ha hecho pensar en la poesía en lengua española como un continuum, más allá de las fronteras nacionales. Esta experiencia ha creado una voluntad literaria que rompe con la limitada voluntad de pertenecer a una sola tradición más o menos lineal.

Residir en Nueva York nos obliga a convivir con diversos idiomas y tradiciones. Es por eso que me reconozco en aquellos movimientos literarios actuales que tratan de crear una literatura flotante entre múltiples signos poéticos. Me atraen aquellos textos que son capaces de combinar varias corrientes de pensamiento y de estéticas. También en mi escritura me interesa explorar sensibilidades tradicionalmente marginadas. Surge así la necesidad de reconocer los medios de expresión poéticos de otras tradiciones con las que se convive para así expresar una cierta sensibilidad de época —una compatibilidad o una empatía artística que se derivaría de la convivencia en una misma ciudad. Sin embargo esto también implica que ya no existen unas premisas poéticas o estilos muy claros que puedan ser compartidos. De este modo se hace más difícil encontrar un lugar de pertenencia literaria; de ahí el desafío de este espacio poético siempre cambiante.

En el poema “Los arquitectos de lo imaginario”  que forma parte del libro del mismo nombre, trato de representar una realidad poética mixta, en la que las múltiples tradiciones se expresan a través de una multiplicidad de citas, presentadas a través de procedimientos tales como el collage y la yuxtaposición,

por los ecos de Frost, I have been one acquainted with the night [1] y los motivos de Let us,

you and I, when the evening spread against the sky. Like a patient etherized upon a table; Let us go,[2] a través de los senderos menos recorridos de los jardines del ensueño, hasta la cárcel de Pound que busca, al sur de Lope de Vega y al este del haiku, los Cantos de Pisa; poligrafía que exorcice a occidente de su modernidad…

por el nunca de Cernuda como pauta de la ceremonia del vivir, el siempre es nunca, no pidas

señas nunca te disculpes nunca es la pausa entrecortada, nunca es el otro aliento que nunca se encuentra en el follaje, nunca es respirar en los intersticios del rito, nunca es el argonauta de un signo que nunca llegará a puertos lejanos. Sin los viáticos del padre ni el baluarte de una madre, las antiguas riberas lo devuelven a la casa

por la grieta de ese cielo desahuciado el libro universal, Guillén, los hacedores del verso son

hacedores del sentir de los hacedores de un registro sin armonía, Levertov, unidos a los hacedores de los conjuros amargos, Trilce, para que los residentes en mí, sin estar en mí —Rosalía, Cunqueiro— evoquen un eco sin cielo en mí

A través de la fragmentación, de las citas y de la yuxtaposición, mi poesía trata de expresar esa simultaneidad de voces y estructuras idiomáticas y culturales en las que vivo. De este modo, trato de recrear el proceso por el cual se crea un universo interior que ya no es lineal y coherente. La médula de mi discurso es dar voz a una diversidad de ámbitos culturales y lingüísticos en tanto exploración de una nueva geografía poética. El poema, organizado en versículos, remite al “Aullido” de Allen Ginsberg, mientras que la repeticiones remiten a la liturgia y a la poesía oral. Para mí, el poema consiste en eso mismo, en la búsqueda de un lenguaje que renueve la palabra poética como parte de una estética del mestizaje, que represente nuestra realidad cambiante y múltiple. De ahí también que la ambigüedad, el palimpsesto y la síntesis sean otros recursos claves del lenguaje poético en que me expreso.

La poesía en español que se escribe en Nueva York que más me interesa deconstruye los procesos que uniforman el pensamiento, la representación y la cultura actual. Esta poesía es también un reflejo de la polifonía de la ciudad, de los diversos tonos y acentos de las muchas y diversas comunidades que conviven en ella. Quizás sea por eso que cuando escribo un poema siento que nace de una multiplicad de voces. Es desde esa multiplicidad de tonos y ritmos que se produce la ruptura de las fronteras estéticas preestablecidas. Ahora más allá de la posvanguardia, las diversas expresiones artísticas que conviven en la ciudad reflejan el deseo de alteración y traducción: una poética experimental que se base en los múltiples registros que fluyen con naturalidad en el paisaje de una ciudad tan cosmopolita como esta.

Todo esto hace que se desestabilicen las normas establecidas al tiempo que motiva la introducción de nuevos elementos en el proceso de escritura. El principio de congruencia mantenido tradicionalmente resulta soslayado en el caso de mucha de la poesía contemporánea. Se prefiere mantener  la ambigüedad y la multiplicidad de interpretaciones como enlace entre los diversos sistemas de códigos. El poema resulta así un puente entre diferentes subjetividades culturales o entre los diversos modos de percibir el mundo.

El espacio de esta ciudad, su arquitectura, sus trazos muy elaborados y ordenados, sin embargo están repletos de imágenes caóticas. Tanto la tradición literaria de esta ciudad, como la cinematográfica, nos incitan a la transgresión: orden y caos, linealidad y ruptura son aquí los dos lados de la misma moneda. Tal vez sea por este motivo que la temática de la ruptura está en la médula del discurso literario que se produce en Nueva York.

La sonoridad de la ciudad, sin un acento, sin un ritmo fijo, marca los movimientos artísticos como un devenir constante: una realidad que se construye y desaparece rápidamente. En una cosmología literaria como esta, donde todo tiene cabida sin necesidad de un referente concreto, la multiplicidad como experiencia estética tal vez sea lo único que se encuentra en común dentro de ese universo literario.

 

 

[1] Las citas por lo general son de los poetas mencionados en el verso. Cuando el poeta no sea mencionado la referencia se encontrará a pie de página. Frost, Me he familiarizado con la noche. (Todas las traducciones del inglés son mías).

[2] “Vayamos, tú y yo cuando la tarde se extiende contra el cielo/, como un paciente anestesiado sobre una mesa;/vayamos.” T.S. Eliot

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