ESA NOCHE EN LA QUE TU VOLVERÁS SERÉ MÁS FUERTE

Sebastián Calderón

 

 

 

“La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”
Carl Sagan
 

“Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre.”
Evangelio de Lucas
 

“Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa
Por todas las ventanas de todo el barrio
Por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles,
Por todas las ventanas de los hospitales
La noche entrará, cabeceando”
Alfredo Zitarrosa

 

 

PERSONAJES

Madre Superiora, encargada de toda la comunidad religiosa. 65 años.

Hermana Valentina, su mano derecha, segunda en jerarquía. 62 años.

Hermana Angélica, encargada de la comunidad educativa. 58 años.

Hermana Teresa, responsable central de tareas de limpieza 37 años.

Hermana Rita, encargada de los elementos tecnológicos del convento. 44 años.

Hermana Daniela, la más joven de todas, acaba de integrarse. 22 años.

Hermana Bernarda, es quien se ocupa del Jardín. 39 años.

Hermana Greta, encargada de los cantos litúrgicos y los instrumentos musicales. 47 años.

Hermana Josefina, aprendió el oficio de carpintera. 42 años.

Hermana Vanessa, encargada del campanario, se encuentra internada y no tiene conocimiento. 38 años.

Hermana Susana, bibliotecóloga, alcohólica a escondidas. 71 años.

Hermana Paulina, recepcionista. 36 años.

Damián, ex repartidor, devenido en vendedor ambulante.  24 años.

 

 

1.

 

 

5.15 am
Amanece en la playa,
Tres monjas en el agua.
El día es hermoso y las olas minúsculas
Acostada sobre su tabla de surf, espera ANGÉLICA.
A su lado TERESA que no hace pie, flotando con esfuerzo y disimulo.

 

 

ANGÉLICA: (con lentes de sol y un trago en la mano) ¿Qué sabemos de Rita?

TERESA: Pensé que estaba contando el tiempo usted.

ANGÉLICA: No tengo reloj, ostentar no está bien.

TERESA: Eso no es ostentar es saber la hora.

Las monjas siguen esperando.

TERESA: Me estoy insolando. Tengo miedo al sol.

ANGÉLICA: Todavía no salió, son las 5 de la mañana.

TERESA: Necesito protección.

ANGÉLICA  saca un pote de protector solar y se lo unta a ANGELICA en la cabeza.
La acción es torpe, extraña y quizás cómica.

ANGÉLICA: Ya va a suceder hermana.

TERESA: Tengo hambre, estoy cansada.

ANGÉLICA: La fuerza del todopoderoso nos sostiene.

TERESA: Usted porque tiene tabla de surfer, Angélica.

ANGÉLICA: No hay lugar a reclamos hermana María Teresa. La antigüedad en el convento me permitió elegir a mi esta misión.

TERESA: No, no reclamo, simplemente digo que usted dice que la sostiene la fuerza de dios, pero lo cierto es que se eligió el milagro acuático que menos esfuerzo requiere buscar.

ANGÉLICA: Todos son igual de improbables.  En lo difícil reside la mayor virtud, hermana. Debería ser consciente de la posibilidad que tiene entre manos. Literalmente se lo digo.

TERESA: Lo entiendo, sepa que lo entiendo. Pero no es lo mismo esperar que el ángel Gabriel baje del cielo, mientras toma un mojito/

ANGÉLICA: /Es una escalera al cielo, Angélica. Dios está en los detalles.

TERESA: /Que atrapar un pez con su moneda de oro en la boca.

ANGÉLICA: Claro que no es lo mismo, por eso somos tres, por eso cada una en su tarea.

TERESA: Además, debería hacerlo con una caña. Como le dijo Jesús a Pedro. Una caña de pescar, con una caña sería más fácil.

ANGÉLICA: ¿Por qué no? Una caña es buena idea.

TERESA: Pero si uso una caña no me dan las manos para flotar.

ANGÉLICA: Claro.  Es todo un tema.

TERESA: ¿Cómo consiguió la bebida?

ANGÉLICA: Esa pregunta hay que hacérsela a la hermana Susana.

TERESA: No entiendo porque no somos el equipo tierra. El equipo tierra debe tenerlo más fácil.

ANGÉLICA: Silencio, (mirando al cielo de repente) ¡Creo que allá viene algo hermana! Tiene forma divina.

TERESA: ¿Dónde, no veo?

ANGÉLICA: (Con cierta decepción) Ah, no importa.

Cae algo blanco y viscoso en medio de la frente de Teresa.
Ella exclama asustada.

ANGÉLICA: Era una gaviota.

TERESA: Me di cuenta (se hunde en el agua para limpiarse, vuelve a emerger) ¿Cuándo vamos a volver?

ANGÉLICA: Cuando tengamos algo potente que compartir con las demás.

TERESA: Siento que el mar nos traga. ¿No nos estamos alejando de la orilla?

ANGÉLICA: Estos lentes no tienen aumento, no me doy cuenta.

TERESA: Sí, estamos en el chupón, estamos siendo tragadas.

ANGÉLICA: Dios proveerá.

TERESA: No veo a los guardavidas. ¿Siguen de paro?

ANGÉLICA: Debe ser temprano.

TERESA: Nunca es temprano para ahogarse.

ANGÉLICA: No sea pesimista hermana Teresa, estamos buscando un milagro no una desgracia.

Emerge del agua, a unos metros, la hermana Rita.

RITA: ¿Hermanas, hermanas?

ANGÉLICA: Rita, Aquí, ¡Hermana Rita! Por aquí.

RITA: (sacándose un alga de la cara) Que hermoso día, hermanas.

ANGÉLICA: Totalmente, Hermana Rita, que alegría verla.

RITA: Lástima que el milagro de la existencia no sea suficiente para los incrédulos. (A Angélica) ¿puedo apoyar los recursos materiales en su tabla?

Angélica asiente
Rita trae un balde y una pala de playa de bajo el agua y las coloca encima de la tabla.

ANGÉLICA: ¿Cómo le ha ido?

RITA: No sé por dónde empezar.

ANGÉLICA: Por la mitad.

RITA: (comienza a contar por la mitad,) …de zapallo que hacia la hermana Vanesa. Esas sí que tenían separador, entonces me propuse…

ANGÉLICA: /Por el principio Rita, empiece por el principio.

RITA: Ah. Como me dijo por la mitad.

ANGÉLICA: Yo le hice un chiste.

RITA: Y yo le hice otro

ANGELICA: ¿Y por qué no nos reímos?

RITA: …No sé.

TERESA: Empiece por el principio Rita.

RITA: Intento primero nadando pechito, haciendo fuerza para separar el hidrógeno del oxígeno -usted sabe- las moléculas hermana Teresa. Luego me doy cuenta que puedo ayudarme con la tecnología del mar, entonces al llegar al fondo siento un ahogo pero avanzo más, muchísimo, tanto que al querer volver me quedo sin aire y pierdo el conocimiento en la oscuridad del mar y la parte más abyecta de mí se empieza a dejar ir, pero ahí escucho una voz en el fondo de la conciencia que me dice algo, algo ¿Cómo era, lo tengo en la punta…

TERESA: ¿Qué decía?

RITA: No me acuerdo, pero el dolor de un agua viva me despierta y entre la roncha y las cianobacterias percibo un rayito de luz diagonal como la estampita de la Ascensión de Fray Angélico que está camino al vivero y supe, desde lo más profundo del océano, lo cerca que estamos del cielo. ¡Dios me lo indica! Si el agua se junta cada vez que la separo es porque no hay nada en el medio que la mantenga distante. Como las milanesas de zapallo que hacia la hermana Vanesa, esas sí que tenían separador, entonces me propuse armar un dique natural, un separador de milanesas, pero con el mar. No sé si se entiende.

ANGÉLICA: De forma diáfana.

RITA: /y empecé a separar el agua, arena, lodo, cantos rodados, corales, algas, pescuezos de pescado, restos de bolsa de nylon, excremento de tortuga, huevos de tortuga, cabezas de tortuga, un anzuelo, un pedazo de foca, una boya, un poco de barco, tapas de botellas y así, pero tuve que subir a la superficie a buscar aire.

ANGÉLICA: ¿Cuándo?

RITA: Fueron unos segundos, unos 300 metros más allá, no quise llamar la atención porque quería continuar con mi tarea divina, y bajé de nuevo y descubrí que el separador de milanesas del mar se deshacía a cada momento y pensé en pedir ayuda, pero antes de subir encontré unos lentes de agua, me los coloqué y miré hacia los lados del mundo buscando los bordes de todo hasta que ¡me di cuenta!

TERESA: ¿De qué?

RITA: Que ni siquiera las monjas que han vivido a lo largo del tiempo junto con los conventos conocidos y por conocer, cristianos caídos y futuros, más  jesuitas, capuchinos ,recoletos,  mínimos y  protestantes, las  monjas franciscanas y visitadoras, dominicos y ursulinas, bernardinas y papas que sepan nadar o quieran aprender, ni siquiera llenando el agua de todos los católicos y ateos de la historia sería posible separar el mar a lo largo. Entonces volví para decir eso, que yo creo que fracasé en mi misión, pero traigo un aprendizaje que es también reflexión y bendición divina: el verdadero milagro de este tiempo hermanas mías, en este tiempo donde las cosas se quiebran sin pausa, se rompen y separan, se alejan de sí y tienden a su distancia, en estos tiempos grises donde la lejanía y la separación son sinónimos de virtud, el verdadero milagro es que el mar siga pegado a si mismo. Desde siempre, que no se aleje ni hoy ni nunca ni ayer. Y creo que, si logramos explicarlo bien, podemos defenderlo como milagro descubierto hoy, aunque siempre estuvo frente a nuestros ojos, como alguien que ustedes saben y yo también.

ANGELICA: Hermoso, hermoso.

TERESA: O sea que vamos a volver a la orilla para decir que el mar no se separa, que ese es nuestro milagro.

ANGÉLICA: Salvo que encuentres tu pescado.

RITA: Creo que estoy hiperventilando. Voy a hacer la plancha.

TERESA: (terminándose su trago) volvamos a la orilla hermanas, ya tenemos nuestro pequeño milagro acuático.

ANGÉLICA: Estamos en el chupón Teresa…

TERESA: (mirando hacia la orilla) ¿Qué es eso que sale de la arena?

ANGELICA: ¿Qué cosa?

TERESA: Aquello. ¿Lo ve?

ANGÉLICA: Si lo veo. Pero no me doy cuenta hermana.

Las monjas desconocen lo que ven,
y temen a lo que desconocen.

ANGÉLICA: ¿Deberíamos acercarnos? ¿O alejarnos de eso?

TERESA: No sé.

ANGÉLICA: ¿Cómo hacemos para salir de acá?

El agua las sigue tragando.

 

 

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